Guadalajara, Jalisco.- En un mundo marcado por conflictos y desconfianza, la diplomacia ya no puede limitarse a las cancillerías tradicionales, sino que debe extenderse a los ámbitos de la cultura, la educación, la ciencia y las artes. Esta fue la contundente afirmación central del arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y Organizaciones Internacionales de la Santa Sede, durante su discurso en la conferencia inaugural de la Asamblea General de la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC) en Guadalajara
Gallagher, quien concluyó con este evento una visita a México iniciada el 24 de julio, enfatizó el papel crucial de las universidades católicas como "faros de conocimiento, fe y servicio a la humanidad" y como "agentes de paz". Subrayó su vocación como "socias en la construcción de puentes de comprensión entre culturas, religiones y disciplinas" en estos "tiempos turbulentos".
Frente a los representantes de universidades católicas de todo el mundo, el alto prelado definió la diplomacia académica como un medio esencial para promover la paz a través de "un compromiso atento, una reflexión ética y un diálogo respetuoso".
Argumentó que los intercambios académicos, la investigación colaborativa y las alianzas educativas trascienden la mera transferencia de habilidades; abren visiones del mundo, desafían prejuicios y crean amistades. Estos elementos, afirmó, son "semillas de paz" sembradas en aulas, laboratorios, residencias y bibliotecas.
"Lejos de ser simplemente una institución más en el mercado global de las ideas", y mucho menos "católica solo por el número de crucifijos en las paredes o las celebraciones en su capilla", Gallagher delineó la identidad de una universidad verdaderamente católica.
Es un lugar, dijo, donde "la búsqueda de la verdad está en armonía con la certeza de la fe", donde razón y revelación "caminan juntas", y donde la dignidad humana es "tanto el punto de partida como el objetivo final".
El custodio de la diplomacia vaticana destacó que la educación católica auténtica posee un carácter "orientado hacia el exterior" y comprometido con la "búsqueda universal de la verdad". En un contexto mundial de "relativismo y polarización", esta identidad católica, por tanto "universal", representa una "potente herramienta".
Gallagher identificó la concepción antropológica católica – que reconoce a cada persona, independientemente de su raza, religión, nacionalidad o estatus, como creada a imagen de Dios, dotada de razón y conciencia, y destinada a la comunión – como la "base sólida" sobre la cual construir la paz mediante el diálogo. Esta visión, afirmó, ofrece un fundamento antagónico a las fuerzas divisorias.
El arzobispo señaló dos áreas de estudio "vitales" para fortalecer la diplomacia académica: el Derecho Internacional y los Derechos Humanos Fundamentales. Pues aseguró que muchos desafíos bélicos y de paz actuales "sólo pueden abordarse de manera duradera mediante el retorno y la aplicación de estos principios". Su ignorancia, advirtió, puede causar el rápido deterioro de situaciones ya difíciles con "consecuencias horribles".
Y en segundo lugar, la Formación Multidisciplinaria. Afirmó que la diplomacia necesita especialistas, pero también requiere urgentemente profesionales con "una visión amplia y articulada" capaces de comprender la complejidad interconectada de los problemas globales.
Reafirmando el compromiso de la Santa Sede, Gallagher concluyó que su interacción con la comunidad internacional se guía por el espíritu del "diálogo franco", una neutralidad basada en principios y la construcción de puentes.
"En nuestros esfuerzos, promovemos la paz, defendemos la dignidad humana y damos voz a quienes no la tienen, en particular a los pobres, los desplazados y los marginados", finalizó, instando a las universidades católicas a asumir plenamente su rol como activas "misiones diplomáticas" integradas en la realidad, no como "torres de marfil", para forjar una cultura de paz "intrínsecamente interdisciplinaria" y formar líderes que guíen con "sabiduría y compasión".
ARTÍCULO: México, en el corazón diplomático de la Santa Sede