Ciudad de México.- Durante la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador han disminuido considerablemente los asesinatos de sacerdotes en México en comparación con los registrados en los gobiernos pasados de Enrique Peña Nieto y de Felipe Calderón; sin embargo, aumentaron los crímenes de violencia en su contra, extorsión y hasta robo a templos.
Entre diciembre del 2018 y diciembre del 2020, los dos primeros años de este gobierno, el único homicidio registrado ha sido el del párroco del templo de Cristo Rey en Matamoros, José Martín Guzmán, el 22 de agosto del 2019. En contraste, el mismo lapso durante el inicio del sexenio pasado ya se habían cometido nueve crímenes de este tipo contra religiosos.
Para el sacerdote Omar Sotelo Aguilar, quien lleva más de una década documentado estos crímenes como director del Centro Católico Multimedial (CCM), la labor “del sacerdocio en México ha estado bajo fuego durante mucho tiempo” por su labor no sólo espiritual sino social y de defensa de derechos humanos.
“México, por mucho tiempo, ha sido uno de los países en el que ejercer el sacerdocio ha sido muy difícil ¿por qué? recordemos los últimos dos sexenios: el de Enrique Peña Nieto dejó alrededor de 26 sacerdotes asesinados; el periodo de Felipe Calderón dejó 17 sacerdotes asesinados. En 12 años, este número es muy elevado para un país que no está en guerra”, dijo.
El CCM ha documentado 69 crímenes arteros contra miembros de la Iglesia Católica, desde 1990 a la fecha: un cardenal, 54 sacerdotes, un diácono, cuatro religiosos, nueve laicos y una periodista católica; también se suman dos presbíteros que desaparecieron en 2012 y 2013. Omar Sotelo señala que al menos el 80 por ciento de los casos están impunes.
“En América Latina se puede decir que México es el primer país donde más sacerdotes han asesinado y a nivel mundial es un país donde el ejercicio sacerdotal es de alto riesgo”: enfatizó.
Los asesinatos de sacerdotes han ocurrido, incluso, dentro de las iglesias y parroquias. Los estados con más crímenes de este tipo son Ciudad de México, Guerrero, Veracruz, Chihuahua, Michoacán y Estado de México.
Aunque los asesinatos han disminuido, los crímenes contra miembros de la Iglesia católica y templos van en tendencia contraria. Por ejemplo, entre 2012 y 2018 fueron contabilizados cinco intentos de secuestros de sacerdotes.
El CCM registró que entre 2018 y 2019 hubo 884 extorsiones y amenazas de muerte a sacerdotes; mientras, en la administración pasada, entre 2015 y 2016 hubo 520.
“También, hemos contabilizado alrededor de 26 templos a la semana en toda la República han sido atacados en diferentes niveles: ultrajados, robados, profanados, desde 2019 a la fecha”, agregó.
La hipótesis del presbítero apunta que la disminución de homicidios no es mérito de las autoridades porque otros crímenes en su contra van al alza. Opina que en 2020 el confinamiento por la pandemia del COVID-19 ayudó a exponerlos menos ante el crimen organizado, pues su labor pastoral resulta incómoda.
“Hemos llegado a la conclusión que un sacerdote también es estabilizador social en su zona pastoral. Y cuando se asesina a un sacerdote no se asesina sólo a la persona sino que se atenta también contra la institución; y una vez que se elimina la institución se desestabiliza a la comunidad porque la Iglesia da servicios no sólo servicios espirituales sino sociales: salud, educación, protección a derechos humanos, como a migrantes”, explicó.