Ciudad del Vaticano.- Tras el rezo dominical del Ángelus, el papa León XIV emitió un mensaje de agradecimiento a las asociaciones católicas que en los últimos días han manifestado solidaridad con la población palestina de la Franja de Gaza y les compartió: "Queridos amigos, aprecio su iniciativa y muchas otras que en toda la Iglesia expresan cercanía a los hermanos y hermanas que sufren en esa tierra martirizada".
Aseguró que los liderazgos religiosos en la región coinciden en que "no hay futuro basado en la violencia, en el exilio forzado, en la venganza"; reiteró que los pueblos necesitan paz, pues "quien los ama de verdad, trabaja por la paz".
La declaración del pontífice de origen estadounidense ocurrió el mismo día en que Keir Starmer, primer ministro británico, realizó un posicionamiento con el que el Reino Unido, Canadá y Australia finalmente buscarán reconocer oficialmente al Estado Palestino a través de la doctrina de los dos Estados: "Un Israel seguro y protegido al lado de un Estado Palestino viable".
León XIV emitió el mensaje al final del Ángelus como lo ha hecho en reiteradas ocasiones; sin embargo, mantiene la prudencia discursiva respecto al Estado Palestino y a la posibilidad de que la Iglesia católica defina como 'genocidio' a los crímenes de lesa humanidad cometidos por fuerzas armadas estatales contra personas inocentes, especialmente contra palestinos. Reiterando lo afirmado en la reciente entrevista a la corresponsal de Crux Media.
El sábado previo, el pontífice dirigió un mensaje a los trabajadores de la justicia en el marco del Jubileo y reflexionó sobre la naturaleza de la justicia. Afirmó que su función es “indispensable tanto para el desarrollo ordenado de la sociedad como virtud cardinal que inspira y orienta la conciencia”. Añadió que la justicia “no puede reducirse a la simple aplicación de la ley o al trabajo de los jueces, ni limitarse a los aspectos procedimentales”.
Reflexionó sobre la máxima de “Dar a cada uno lo que es suyo” y señaló que esa idea “no agota el deseo profundo de lo justo que está en cada uno de nosotros, esa sed de justicia que es el instrumento clave para construir el bien común”.
León XIV definió la virtud de la justicia como la “constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido”. Subrayó que su objetivo es “garantizar un orden en defensa del débil, de aquel que pide justicia porque es víctima de opresión, exclusión o indiferencia”.
Abordó el tema de la igualdad. Admitió que “la igualdad real no es la meramente formal ante la ley”. Alertó sobre “crecientes discriminaciones cuyo primer efecto es precisamente la falta de acceso a la justicia”. Para el Papa, la verdadera igualdad es “la posibilidad de que todos puedan realizar sus aspiraciones y ver garantizados los derechos inherentes a su dignidad”.
Dirigiéndose a los operadores de justicia, los interpeló a recuperar “los valores olvidados en la convivencia”. Advirtió sobre “la expansión de conductas y estrategias que muestran desprecio por la vida humana desde su inicio, que niegan derechos fundamentales para la existencia personal y no respetan la conciencia”.
Finalmente, llevó la reflexión al plano internacional. Señaló la realidad de “tantos países y pueblos que tienen ‘hambre y sed de justicia’, porque sus condiciones de vida son tan injustas e inhumanas que resultan inaceptables”. Citó a san Agustín para lanzar una pregunta crucial: “¿Qué justicia humana es aquella que arranca al hombre del Dios verdadero?”.