Ciudad de México.- En el marco del programa ‘Diálogos por la Esperanza’ de la Dimensión Episcopal de Cultura y Educación de la CEM, los especialistas en educación Reyes Tamez Guerra y Juan Alfonso Mejía López convergieron en que el México vive una crisis en el sistema educativo y por ello hicieron un llamado a la conciencia social y cívica, así como al mayor involucramiento, de una base amplia y participativa de la ciudadanía e instituciones, en el compromiso con la realidad educativa del país.
Para la conversación, el sacerdote Eduardo Corral Merino, asesor y coordinador de proyectos especiales de la Dimensión, pidió a los invitados reflexionar “el sentido y el trasfondo” de los desafíos educativos nacionales. De esta manera, Reyes Tamez, exsecretario de Educación Pública en México y expresidente de la Universidad Autónoma de Nuevo León; y Juan Alfonso Mejía López, ex director general de Mexicanos Primero y ex secretario de Educación Pública y Cultura de Sinaloa, abordaron desafíos importantes en el actual inicio del ciclo escolar y la necesidad de atender problemas de fondo sobre la educación en México.
Ambos expertos coincidieron en que hay una crisis del Sistema Educativo esencialmente por falta de rumbo institucional y por ello urgen a un pacto social comprometido en este pilar del desarrollo humano, comunitario y social. En el diagnóstico central, los especialistas consideran que falta una visión clara sobre el propósito de la escuela en México.
El doctor Mejía aseveró que el sistema educativo permanece “anquilosado” debido a una falta fundamental de propósito: “En México no sabemos para qué queremos las escuelas”, afirmó y enumeró cinco razones: no generan movilidad social, no producen riqueza, no están vinculadas a la vida cívica, no forman en valores y no educan para la felicidad. Su conclusión marcó la pauta del diálogo: “Cuando una escuela no produce oportunidades, en ese momento reproduce desigualdades”, aseveró.
Desde su experiencia como exsecretario de Educación Pública federal, el doctor Tamez coincidió en la gravedad del problema y atribuyó parte de la crisis al “desmantelamiento” de los sistemas de evaluación así como de los consejos ciudadanos.
En ese sentido, lamentó que desde el gobierno se ha acabado con la posibilidad de tener datos e información estadística sobre cómo marcha la educación; esencialmente por la desaparición del Instituto Nacional de Evaluación Educativa: “Creo que la parte más importante en la educación y que ha sido un signo muy lamentable y muy preocupante es que todos los sistemas de evaluación se han ido desmantelando. Todos los sistemas de evaluación para que no pueda haber comparaciones”, afirmó.
Tamez Guerra destacó que esto impide conocer la realidad y tomar decisiones informadas, lo que se agrava con una reducción presupuestal crítica. “Al terminar el gobierno del presidente López Obrador en el 2024, la inversión por estudiante de educación superior es de 63 mil pesos, una cifra muy por debajo de los más de 100 mil pesos de administraciones pasadas”, precisó.
Particularmente se señalaron dos ámbitos preocupantes: el retroceso en la educación en la población indígena (pues a decir de los especialistas hay menos cobertura a la población indígena y ha crecido la deserción en estas comunidades) y por el otro lado, ha bajado el financiamiento para las universidades de la educación pública significativamente.
Frente a este panorama, ambos expertos convergieron en la necesidad de una acción colectiva que trascienda al gobierno o los gobiernos. Mejía abogó por “construir base social para la escuela” y “revelar que existe un problema” ante una ciudadanía que, según sus encuestas, no percibe la educación como un tema prioritario. “El desafío es no solamente revelar el problema, sino actuar en conjunto”, sostuvo.
Tamez, por su parte, recordó experiencias exitosas de participación amplia, como el “Compromiso Social por la Calidad de la Educación”, que involucró a gobiernos, sindicatos, iglesias y padres de familia. “Se tiene que generar algo parecido a eso, entusiasmar a todos los involucrados”. Citó ejemplos de cómo la participación de los padres de familia en problemas de seguridad o en proyectos comunitarios dentro de las escuelas puede generar un impacto positivo. “Tenemos que buscar cambiar esto. Cambiar, si no directamente, buscar y seguir haciendo un esfuerzo colectivo”, propuso.
Finalmente, el sacerdote Eduardo Corral cerró el diálogo enlazando las propuestas con el llamado del papa Francisco a un “Pacto Educativo Global”. Subrayó que “es totalmente ingenuo pensar que solamente el gobierno puede responder frente al desafío educativo” e invitó a ver “a la escuela de las cuatro bardas hacia afuera”.
Como frases finales, Juan Alfonso Mejía abogó por una escuela “flexible, curiosa, creativa, y que nos invite a pensar y aprender del error” para ensayar la libertad. Reyes Tamez concluyó con una máxima esperanzadora: “En educación todo lo sabemos entre todos”. La conversación dejó claro que la ruta para la esperanza educativa en México pasa por un diagnóstico compartido, la recuperación de la evaluación y, sobre todo, por la construcción de una alianza social determinante.