Aguascalientes, Ags.- En la celebración de la solemnidad de la Asunción de María, el obispo de Aguascalientes, Juan Espinoza Jiménez, llamó a los sacerdotes a someterse a una reflexión profunda sobre el quehacer sacerdotal y a tener un mayor compromiso que permita estar a la altura de Dios como pastores y de lo que el pueblo espera.
Al presidir la celebración junto al presbiterio y los laicos de la diócesis hidrocálida, el obispo agradeció a todos los fieles por su participación en el quincenario en honor a la Virgen de la Asunción, en el marco de la edición número 67 de la tradicional Romería.
El obispo Espinoza tuvo como invitado especial al obispo de San Bernardino (California), Alberto Rojas, a quien también agradeció su presencia y de los fieles pues, aprovechó para remarcar que ha comenzado el Año de la Sinodalidad: "un periodo ideal para llevar a cabo el fortalecimiento del ministerio sacerdotal, ofreciendo un menor distanciamiento con los fieles católicos".
Luego de los momentos más críticos de la pandemia, Espinoza aseveró que existen retos sociales que deben ser atendidos, como es escuchar a los creyentes, los cuales por la tendencia de un mundo digital se pudieran aislar.
E invitó a los sacerdotes "pasemos del pedestal a la participación, esto es bajarse, ponerse en actitudes servicio, comunión y participación en el ejercicio pastoral".
El obispo pidió además, para que se hagan efectivos lo consejos diocesanos y parroquiales a favor de los felices, que se camine todos juntos: "Hoy se requiere caminar juntos en sinodalidad, nunca solos", expresó.
"Sigamos construyendo juntos una diócesis en la que caminemos de la mano en comunión, participación y misión con María. Que la reina de Aguascalientes nos acompañe en este Año de la Sinodalidad, indicándonos el camino, la meta y el estilo hermoso, tierno y fuerte de esta nueva etapa de nuestro proceso pastoral".
De la misma manera, Espinoza Jiménez indicó que los ministros y pastores deben pasar de la espiritualidad monástica a una espiritualidad inspirada en la caridad pastoral, el ritmo de vida parroquial, es decir de alimentarse del propio ejercicio del ministerio.
"Pasemos de salvar almas a liberar personas, se requiere hoy una atención completa que busca el bien integral de las personas, solidario con las víctimas de este mundo globalizado, ir a las periferias existenciales llevar a los fieles a que sientan la necesidad de vincular el Evangelio y su vida cotidiana", concluyó.