Ciudad de México.- El pasado 15 de julio, laicas y laicos de diferentes regiones de América Latina y el Caribe se reunieron en un conversatorio virtual convocados por la Red Laical Latinoamericana con el objetivo de conversar sobre el proceso de sinodalidad que vive la Iglesia católica del continente y para reflexionar sobre la misión de los fieles laicos en la Iglesia contemporánea.
Tras diversos foros de diálogo, el laicado latinoamericano concluyó que la metodología eclesial de sinodalidad "es el mejor remedio para combatir el clericalismo y el individualismo", dos de las enfermedades de la Iglesia que el papa Francisco ha denunciado permanentemente en la última década.
La Red Laical Latinoamericana involucra a participantes de dieciocho países, de más de sesenta comunidades y organizaciones; es el resultado de un proceso de diálogo independiente motivado por la Asamblea Eclesial Latinoamericana y posteriormente el Sínodo. Se constituyó como Red Laical a inicios del año 2022.
Ha sido el propio papa Francisco quien les reconoció y animó a través de una carta para que, como Red, continuaran el propósito de caminar juntos laicos y laicas seguidores de Jesús: "A seguir adelante y a sentirse llamados a asumir un rol protagónico en la construcción del Reino, en l aIglesia y en la sociedad".
La Red explica: "Conscientes de su corresponsabilidad bautismal, acordaron continuar el proceso sinodal desde los carismas propios de su vocación laical, inmersos en los procesos históricos del Pueblo de Dios e incidiendo para que la voz de lo más humildes sea escuchada y se les de participación no solo en la Iglesia sino también en todo lugar donde se decidan los destinos de los pueblos".
Finalmente, los coordinadores de la Red explicaron que, entre otras conclusiones del Conversatorio, se valoró la tarea de colaborar a construir comunidad como herramienta básica para superar el individualismo; también el reconocimiento al aporte a la reconstrucción del tejido social y dotar a todo el laicado de un nivel de participación real y protagónico tanto en el ámbito eclesial como en el ámbito social; por último, se reconfirmó el compromiso de colaborar activamente a acompañar los procesos de cambio que se están produciendo en la Iglesia y en las sociedades latinoamericanas, en consonancia con el espíritu del Concilio Vaticano II.