Tulancingo, Hidalgo.- Mientras Asia y Europa parecen entrar en una nueva fase de la pandemia de COVID-19, los pueblos en el continente americano viven los momentos más críticos en la proliferación y el esperado pico en la curva de contagios, en este escenario la Dimensión Episcopal para la Pastoral de la Salud en México mantiene el llamado a que las personas permanezcan en casa, en familia, sin arriesgar su salud ni la de los demás. El arzobispo de Tulancingo y titular de la dimensión episcopal de la pastoral de la salud, Domingo Díaz Martínez, afirma categórico en entrevista: “Esto aún no ha terminado”.
“Nos hemos dado cuenta de que el virus ha hecho estragos en distintas naciones; el virus es una realidad y está en contra de nuestra vida. Por lo tanto, hay que cuidar nuestra vida y la de los demás”.
A pesar de la información y de las evidencias, aún en varias comunidades de México persisten la ignorancia y las dudas sobre el COVID-19 y todo parece indicar que esta tensión persistirá incluso en la fase de recuperación y en durante el relajamiento de las medidas de distancia. Para el arzobispo, hay responsabilidades ineludibles por parte de gobiernos y expertos para aclarar todas las inquietudes de la sociedad:
“Todos podemos ayudar a exigir que nos digan las causas del virus, porque si esas causas quedan escondidas es un problema. Necesitamos conocer las causas. Que los científicos, investigadores independientes nos ayuden a comprender y a hacer esta reflexión de las causas con el fin de que en el futuro preveamos esto, seamos más preventivos que reactivos. Que nos digan la verdad”.
El conocimiento real es indispensable para que la sociedad comprenda esta experiencia y sepa vivir con ella mirando al futuro, incluso en el escenario en que se diseñe, produzca y venda una vacuna o tratamiento que supere la crisis del COVID-19: “En primer lugar, creo que las autoridades civiles deben pensar siempre en el bien común; y, en segundo lugar, que nosotros, la población hagamos un buen discernimiento, de tal manera que no abusen de nuestra economía. Porque nos pueden exprimir económicamente”, alerta.
“De todo esto hay que desterrar el miedo, el miedo no es un aliado nuestro, hay que hacerlo a un lado. Ya sea en esta etapa y en las que siguen”.
Con todo, el arzobispo Díaz Martínez reconoce que la sociedad ha aprendido mucho por la crisis pandémica: “Creo estamos de acuerdo en que debemos seguir trabajando en la prevención: lo de vigilar las manos limpias, hay que seguirlo; la casa limpia, también. El ejercicio, ahora sabemos lo importante que es para evitar estas otras enfermedades que han sido causa de la mortandad como diabetes e hipertensión. Hay que seguir en la línea de la prevención, trabajando por una alimentación sana y ejercicio. Hay que promover un ambiente de tal manera que la gente se vuelva más activa en el sentido de conservar bien la salud”.
El arzobispo considera que la sociedad debe comenzar a mirar los próximos meses: “Cuando nos digan que ya comenzaremos a reanudar actividades, también la Secretaria de Salud nos deberá dar algunos pasos y sugerencias; porque ellos también nos van a decir en qué lugares podremos salir y qué precauciones podremos tomar. Como Iglesia nos corresponde motivar a la gente. Quizá al inicio volvamos a celebrar la misa con la asamblea al aire libre, aún no lo sabemos, pero deberemos regresar poco a poco a la normalidad”.
Por lo pronto, el arzobispo Domingo Díaz insiste en que, durante el resto de la cuarentena, la gente continúe observando las medidas de las autoridades sanitarias: “debemos quedarnos en familia, que es lo mismo que quedarse en casa; no salgan y, si salen, que sea a lo indispensable, que pronto regresen a sus hogares y que tomen todas las precauciones que necesitan tomar”.
A los fieles católicos les conmina a permanecer en oración, a visitar y rezar en las parroquias cuidando todas las medidas de prevención. Incluso recomienda a los fieles que busquen personalmente al párroco para que pueda darles la comunión, por supuesto, que sigan la eucaristía y las oraciones por televisión y en línea.
A los sacerdotes, el arzobispo les recuerda que es necesario atender a los enfermos: “No hay que dejar solos a los enfermos con el virus, hay que atenderlos de alguna manera”. Sin embargo, acota: “No todos debemos atenderlos, es decir: no cualquiera de nosotros. Sería bueno que los sacerdotes en las ciudades se pongan de acuerdo, que elijan dos o tres de ellos que sean los que atiendan estos casos”.
La dimensión episcopal de pastoral de la salud ha publicado un protocolo específico para ministros que deben atender a los enfermos COVID-19: “Vienen indicaciones sobre lo que se debe seguir antes, durante y después de atender a los enfermos, para no dejar solos a los pacientes pero que lo hagamos con mucha prudencia y mucho cuidado. Así nos hemos organizado”.