Ciudad de México.- La radicalización y polarización de las sociedades y de la Iglesia conduce al descarrilamiento y a la violencia. En esta entrevista para VCNoticias al doctor Rodrigo Guerra López, fundador del CISAV, recientemente nombrado por el papa Francisco miembro ordinario de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales.
VCN: Constantemente se habla de polarizaciones ideológicas o políticas que dominan casi todo espacio de relación de grupos humanos, ¿cuál es su opinión sobre el fenómeno de polarización actual?
Rodrigo Guerra: La conflictividad social es constitutiva de la vida en sociedad. Somos diversos y frágiles. La multiplicidad de opiniones y las pugnas son perfectamente explicables si se estudia a fondo la condición humana. Para los católicos esto es todavía más claro: el pecado original hace que nuestros mejores deseos de comunión muchas veces se vean traicionados por nuestra vanidad y nuestro orgullo. El momento actual, desde este punto de vista, no es distinto a cualquier otro. Sin embargo, lo que hace especial a nuestra época es que la conflictividad de siempre se encuentra en un caldo de cultivo “sui géneris”: el cambio de época, con sus fuertes tendencias a la irracionalidad y, en los ambientes religiosos, al fideísmo postmoderno. Este caldo de cultivo hace que el conflicto se vuelva polarización extrema y fácilmente devenga en violencia
VCN: ¿Hay ruta de salida para la polarización?
Rodrigo Guerra: Desde un punto de vista politológico, la cuestión es ampliar el “centro democrático”, es decir, acotar lo más posible a los extremistas y aumentar el espesor social de la gente que cree en el diálogo, el acuerdo y la búsqueda de rutas incluyentes. Cuando el “centro democrático” disminuye es porque los extremistas aumentan en adeptos y tienden a crear escenarios de “blanco o negro”, de guerra total. Estos escenarios nunca terminan bien, aun cuando se hagan “por las mejores causas” (sean cual sean estas). Desde un punto de vista teológico, el asunto radica en apostar por la fraternidad y la amistad social, sabiendo que es el mismo Jesucristo el que con su presencia superó a los extremistas de su tiempo e inauguró con su muerte y resurrección, una vía alterna. Esta es la propuesta de la nueva Encíclica “Fratelli tutti”, del Papa Francisco. Su Encíclica, es en cierto modo, la carta magna para una política post-ideológica, no-polarizante, que salga de la trampa atractiva, fácil y perversa del radicalismo ultraconservador o ultraliberal.
VCN: ¿Es positivo que los cristianos se identifiquen en las antípodas de 'conservadores' o liberales?
Rodrigo Guerra: En un sentido lato, liberalismo y el conservadurismo significan meros conjuntos de ideas, uno a favor de la libertad y otro a favor de conservar un legado. Lamentablemente, el sentido lato no es el que prevalece en la discusión pública contemporánea. Ambos conceptos poseen contenidos específicos precisos.
"Liberalismo y conservadurismo son ideologías, es decir, son reduccionismos interpretadores de la realidad".
Cuando un cristiano se suma a personas o grupos con estas visiones lo importante es que las discierna con un criterio superior como lo es la Doctrina social de la Iglesia (DSI). La DSI es una verdadera “teoría crítica” que permite entender las fuerzas y las debilidades de las ideologías desde un punto de vista radical, es decir, tocando la raíz antropológica, ética y eventualmente teológica de estas visiones reduccionistas. Por otra parte, los “extremos se tocan”, es decir, las ideologías extremistas terminan pareciéndose al enemigo que pretendían vencer. Este peculiar mimetismo sucede con frecuencia extraordinaria entre posturas polarizadas.
VCN: Pero, entonces ¿qué pasa? ¿Por qué no se utiliza la DSI como criterio superior para juzgar? ¿Por qué tantos católicos caen en las redes de las ideologías y de la polarización?
Rodrigo Guerra: En la actualidad, el irracionalismo postmoderno campea en las filas de muchos de los liderazgos apostólicos y cívicos católicos tanto en México como en otras latitudes. Acostumbrada a la pura acción, al voluntarismo, la mente se vuelve perezosa a la reflexión y al discernimiento auténticamente cristiano. Algunos creen que con dos o tres conceptos en la cabeza y algunas prácticas de piedad es suficiente para discernir fenómenos políticos complejos. Y justifican sus imprudencias diciéndose a sí mismos “es que soy de mecha corta: no hay que ser cobardes”, “Dios salva a los sencillos, no a los intelectuales”, “lo importante es la guerra cultural a partir de dos o tres valores y no ceder”, etc.
"Es muy penoso ver que existen católicos que prefieren gastar recursos económicos, psicológicos y espirituales para sumergirse en el fango ideológico del conservadurismo o del liberalismo en lugar de profundizar con seriedad, orden y disciplina en el rico patrimonio de la DSI, del pensamiento social cristiano y de los grandes maestros de la vida espiritual".
Literalmente cambian la tierra prometida por un plato de lentejas, por “fast-food” para la mente y el corazón. En un escenario como el actual, tan fuertemente marcado por una cultura de la polarización, quienes se dejan conquistar por las ideologías sin discernimiento de fondo, pueden llegar a manipular a otros y generar escenarios de riesgo social, político y eclesial graves. A este respecto, recuerdo que en el año 2006, el cardenal Bergoglio publicó y prologó un libro que hicimos el cardenal Aguiar y tu servidor, intitulado “Católicos y políticos”. Una de las ideas centrales de aquel libro viene al caso: nada hay más peligroso en el contexto actual que la combinación entre irracionalismo postmoderno, poder y religión. Es una mezcla explosiva, polarizante, y fanatizante. El reciente proceso electoral norteamericano no estuvo ajeno a esta cuestión.
VCN: ¿Desde dónde se puede trabajar para que más que una ‘coincidencia’ de intereses y tensiones entre grupos humanos pasemos a una verdadera ‘convivencia’ hacia la amistad social como lo plantea el papa Francisco?
Rodrigo Guerra: El papa Francisco de algún modo responde a esta pregunta en la Encíclica “Fratelli tutti”. El “lugar” desde donde es posible colaborar a construir una sociedad más solidaria y post-ideológica es el “pueblo”. La palabra pueblo no mienta primariamente a un “concepto” sino a una realidad empírica, a un hecho social, cultural e histórico. El problema es que muchos de los liderazgos políticos, cívicos y en ocasiones hasta pastorales, existen al margen del pueblo, de su cultura, de sus valores, de sus luchas, de sus sufrimientos. El papa Francisco, sabiendo que este enfoque puede ser trivializado subraya aún más: es en la solidaridad concreta con los pobres, en la amistad real con los más pobres, en el compartir la vida de verdad con los pobres, donde yo puedo comenzar a descubrir los nuevos contenidos cualitativos que llenan realmente la noción de “bien común”, dan motivos para una nueva fraternidad y renuevan la Esperanza. La opción preferencial por los pobres es un correctivo fuerte, exigente, para mi tendencia constante al aburguesamiento, y para redescubrir la Persona viva de Jesucristo. La opción preferencial por los pobres no significa no contar con bienes y/o con el fruto de nuestro trabajo. Lo que significa es que todos requerimos de una “nueva libertad” como la que procede del desapego real ante tantas cadenas que nos atan. Una “nueva libertad” que nos permita vivir en amistad habitual y cercana con quienes más excluidos y marginados se encuentran. Sin esta pedagogía, las palabras “fraternidad” y “amistad social” se volatilizan y pierden significado existencial para cualquiera.
VCN: De manera extraordinaria, en estos meses en México converge un nuevo proceso electoral con objetivos muy concretos en un escenario pandémico de aún demasiadas incertidumbres, ¿hay espacio para un verdadero diálogo social, para realizar un buen juicio libre y democrático, de ofrecer una reflexión sopesada y ponderada sobre servicio al bien común de la política?
Rodrigo Guerra: El tiempo es corto. Las elecciones están cerca. Pero mientras hay vida, hay Esperanza. De hecho, hay algo aún más próximo y punzante que las elecciones: el dolor del pueblo que sufre crisis económica y pandemia… y que no encuentra respuestas ni con tirios ni con troyanos. Creo que habrá oportunidad de construir conversaciones enriquecedoras para la cultura democrática de nuestro país, en la medida en que surja una nueva “alianza” entre los partidos, los intelectuales, los líderes sociales emergentes, la Iglesia y el pueblo real. Uno de los mayores dramas que vive México es la fractura entre las élites políticas, económicas y culturales respecto del pueblo.
"La oportunidad para corregir esto está frente a nuestros ojos. El problema reside en que aún los liderazgos cívicos que buscan crear contrapesos al poder en turno tienden a mirar más hacia arriba que hacia abajo".
En el nivel de la “comentocracia” hay análisis agudísimos sobre el escenario político actual. Sin embargo, estos análisis muchas veces no logran conectar con el pueblo empírico, “abajo” y en las “periferias”. El resultado es que el respaldo popular hacia el autoritarismo, tal y como es medido en las encuestas, es hoy por hoy muy grande, y hace casi impensable que habrá un nuevo equilibro de poder, por ejemplo, en las cámaras luego de las elecciones de julio. Esto es doloroso, pero con la información que tenemos al día de hoy, es necesario reconocerlo. Por eso, es que se requieren crear espacios de diálogo y encuentro verdaderos con el pueblo real. No hay que dar por supuesto que se le conoce o que bastan algunos eventitos de campaña, más o menos superficiales, más o menos cosméticos. Necesitamos candidatos y liderazgos que estén dispuestos a un cambio de vida personal, para que su discurso social sea creíble, sea auténtico. Por supuesto, estos candidatos y estos liderazgos no se improvisan. Tienen que brotar de procesos educativos largos, disciplinados, ascéticos. Algunos estamos comprometidos a sembrar en esta dirección, incluso cuando los resultados tal vez se vean dentro de mucho tiempo.
VCN: Se advierte un constante avance de pensamiento acrítico y reaccionario entre grupos sociales alimentados por la post-verdad ¿cómo repensar papel de la educación y la ciencia en la construcción de un mejor diálogo social desde la verdad, frente a la realidad?
Rodrigo Guerra: La post-verdad es uno de los subproductos más decadentes del irracionalismo postmoderno y fideísta. La vemos por doquier inundando los espacios de los grupos católicos y no-católicos de WhatsApp, en videos de Youtube y en discusiones de Facebook o Tweeter. La post-verdad es preferir la información de baja calidad al estudio de fuentes serias de formación e información; Post-verdad es privilegiar rumores, pseudociencia y teorías de la conspiración en lugar de argumentación racional rigurosa; Post-verdad es conmover sentimentalmente a una audiencia para que tenga una reacción emotiva sin pasar por el uso crítico de la razón y por la luz de la fe.
"Lo único que puede ayudar a visibilizar la trampa de la post-verdad es la educación".
Pero la educación requiere también de renovación. Sin ella, fácilmente se convierte en discurso legitimador de la ideología en turno. En mi experiencia personal dos han sido los factores que me han ayudado a descubrir un método educativo que considero verdadero, es decir, pertinente para la nueva sensibilidad de los jóvenes actuales. El primero son las obras de Luigi Giussani. Sobre todo pienso en el pequeño pero potente libro “Educar es un riesgo”. Giussani muestra con gran elocuencia que educar significa ayudar a la persona a apreciar la totalidad de lo real, sin censura. Esto implica un nuevo afecto por el propio “yo” y el descubrimiento de que el yo-que-soy, es hecho por Otro que me sostiene hasta en el más breve de los instantes. El segundo factor, es la Virgen de Guadalupe. Ella, con gran sencillez, se acerca a Juan Diego usando del lenguaje, símbolos y valores del mundo prehispánico. Este acercamiento no es una mera condescendencia sino se encuentra construido al interior de la lógica que establece el misterio de la Encarnación. Todo lo humano es camino de la Iglesia. Nada puede permanecer ajeno al abrazo del evangelio.
VCN: ¿Y la ciencia?
Rodrigo Guerra: El cristianismo, desde esta mirada, no es un enemigo de la razón o de la ciencia sino al contrario su gran impulsor. Ya Benedicto XVI decía que quienes dentro de los cristianos desprecian el pensamiento en nombre de una falsa humildad, devienen en fanatismo y violencia. La alianza entre razón y fe, entre ciencia rigurosa y conciencia creyente, es urgente en nuestro tiempo. Santo Tomás de Aquino explica que el don de la fe tiene como sujeto a la razón y a la voluntad libre.
"Dicho de otro modo, creer no significa cortarse la cabeza sino ingresar a la aventura de expander los horizontes de la razón al máximo de sus posibilidades, como decía el recordado Papa Ratzinger".
Francisco completará que en este esfuerzo no hay que olvidar la primacía de la realidad sobre la idea. El fanatismo y la polarización nacen de las ideas que han perdido su fundamento. El matiz, la moderación y el verdadero combate al relativismo malsano solo brotan del nuevo realismo que es necesario descubrir en cada generación. Hoy tenemos a un maestro eminente de este redescubrimiento: el papa Francisco que cumple ocho años de pontificado en estos días.