Irapuato, Guanajuato.- El obispo de la Diócesis de Irapuato, Enrique Díaz Díaz, hizo un llamado a la ciudadanía para que las tradicionales celebraciones de los barrios no se salgan de control y mantengan su esencia de convivencia familiar. Advirtió sobre el riesgo de que lo que comienza como diversión termine convirtiéndose en libertinaje.
El prelado expresó: “Esa frase que dicen mucho ‘a los barrios no se invita, se llega’, que la podamos seguir sintiendo como llegar a casa para encontrarnos con nosotros, pero tenemos que cuidar que no se llegue a excesos”. Recordó que los barrios fueron creados para convivir, disfrutar y fortalecer la unión entre familias, amigos y vecinos.
Díaz Díaz compartió preocupaciones sobre el aumento de violencia en algunas comunidades: “Siempre ha habido violencia, pero ahora hay comunidades donde ya no se puede andar en la noche”. Relató que su visita pastoral a comunidades ha tenido que modificarse debido a la inseguridad. “La visita la tenemos que terminar a las seis o siete de la tarde.
Antes las reuniones eran en la noche para facilitar la participación de la gente que trabaja, pero ahora los mismos padres y feligreses me dicen: ‘Señor Obispo, no podemos reunirnos en la noche’”.
El obispo lamentó la normalización de la violencia: “Lo que más me llama la atención es que mucha gente sigue adelante como si no pasara nada, con tal de que no les toque a ellos; nos hemos acostumbrado a la violencia mientras no nos toque a nosotros”. Añadió: “El país está herido y lastimado, todos lo reconocemos, todos lo hablamos y lo decimos, pero todos continuamos con el mismo estilo de vida”.
En su mensaje con motivo del primer domingo de Adviento, retomó las palabras del profeta Isaías: “De las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas”.
Hizo un llamado urgente a “abandonar toda carrera armamentista, todas las estructuras de odio y todo un mundo de venganzas, toda la ambición de poder que amenaza destruirnos”. Exhortó: “No tengamos miedo, seamos valientes, afrontemos responsablemente una situación que nos puede llevar a peores consecuencias”.
El obispo subrayó que el Adviento “al mismo tiempo que es tiempo de denuncia, es tiempo de esperanza e ilusión”. Concluyó con interrogantes a los fieles: “¿Estamos dispuestos a despertar, a abrir los ojos para examinar la realidad? ¿Qué significa para mí transformar las espadas en arados y las lanzas en podaderas? ¿Qué signos reales estoy dando de esperanza?”.

