Ciudad de México.- Con motivo de la conmemoración de los 100 años del atentado criminal contra la Virgen de Guadalupe, el papa Francico ha concedido un Año Santo para los fieles católicos que visiten la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe de la Arquidiócesis de México; tiempo en el que los fieles podrán lucrar la Indulgencia Plenaria bajo las condiciones marcadas por la Iglesia.
La Iglesia capitalina celebró esta noticia con un acto de bendición y apertura de la Puerta Santa del recinto mariano del Tepeyac; el cardenal arzobispo de México, Carlos Aguiar Retes, presidió la conmemoración del violento atentado con dinamita que sufrió la imagen de la Virgen de Guadalupe el 14 de noviembre de 1921.
El propio arzobispo confirmó que los fieles que crucen la Puerta Santa y cumplan con las condiciones estabelcidas por el Derecho Canónico (oración por las intenciones del Papa, estar en 'estado de Gracia' tras la confesión y resarcimiento de las faltas, asistir a Misa y recibir la Comunión Eucarística) podrán obtener la Indulgencia Plenaria para sí mismos o para algún fiel difunto.
El atentado contra la Virgen de 1921 ocurrió en el contexto de la conformación de las instituciones sociales del régimen postrevolucionario en México; la creación de un Estado cuyas estructuras y organizaciones políticas se erigieron bajo un poder hegemónico presidencialista.
La historia relata que, durante la mañana del 14 de noviembre de 1921; un supuesto feligrés guadalupano acudió al recinto hoy conocido como 'Antigua Basílica Santuario de Cristo Rey' y depositó un ramo de flores ante el ayate original donde la Virgen se plasmó ante los ojos del vidente san Juan Diego Cuauhtlatoatzin y el arzobispo de México, fray Juan de Zumárraga, en 1531. Aunque se señaló oficialmente a Luciano Pérez Carpio, trabajador de la secretaría particular de la Presidencia de México, como el dinamitero y autor del atentado, éste y su familia lo negaron durante las siguientes tres décadas.
El ramo de flores escondía un paquete de dinamita que estalló provocando graves daños al recinto, a un crucifijo de bronce de tres arrobas de peso y a otras estructuras de mármol. Sin embargo, como se sabe, la sagrada imagen no sufrió daño alguno.
El perpetrador del atentado, que en otras versiones sólo se identifica como un trabajador afiliado a las organizaciones partidistas del gobierno de México, fue capturado y posteriormente protegido de la ira popular por instrucciones directas del presidente de la República, Álvaro Obregón.
Tras el atentado, la Iglesia católica decretó tres jornadas de desagravio y algunos miembros de la sociedad mexicana se adhirieron a la indignación organizando un boicot comercial en esos días.
A cien años de distancia de aquel terrible suceso, la Iglesia católica ha decretado un Año Jubilar extraordinario comenzado el mismo 14 de noviembre de este año y que concluirá el 20 de noviembre de 2022 en la solemidad de Cristo Rey (Jesucristo, Rey del Universo).