Monterrey, Nuevo León.- Los recientes acontecimientos trágicos en centros escolares de México exigen a todas las instituciones sociales un esfuerzo extraordinario para atender la emergencia educativa y de comunicación entre escolares, padres y autoridades. Así lo piensa el arzobispo de Monterrey y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Rogelio Cabrera López.

Interrogado tras la tragedia del viernes en el Colegio Cervantes de Torreón, el arzobispo Cabrera pidió en primer lugar no condenar la tecnología como posible percutor en el incremento de actos violentos cometidos por menores de edad y que, por el contrario, se abra un extenso diálogo sobre el cuidado o la atención por parte de los padres de familia o tutores que dan a los infantes.

“El lamentable incidente ha revivido el dolor y la impotencia; y ha hecho resurgir la necesidad de redolar esfuerzos en el acompañamiento a los más pequeños. Se hace urgente de que se den más oportunidad para que se dialogue y acompañe a los menores; no debemos dejar que crezcan solos a merced de desconocidos o bajo la ‘guía’ de las modernas tecnologías”.

Hizo un llamado a todas las instituciones sociales a proveer todos los recursos para que padres o tutores dispongan de momentos exclusivos para convivir en familia; y también pidió justo a los padres de familia que, a pesar de las muchas dificultades de la vida moderna, busquen alternativas que favorezcan el sano equilibrio entre la convivencia, el estudio, el trabajo y el descanso.

Por ello, el arzobispo también sugirió que los maestros, autoridades y centros laborales se sumen a un frente común para favorecer esa posibilidad.

“La educación es una grande emergencia. El papa Francisco ha convocado a un pacto educativo internacional por la seriedad que exige este ámbito para la sociedad”.

Cabrera López recordó el caso del suicidio de la joven universitaria del ITAM y dijo que advierte “un clamor de que las instituciones educativas no den de manera monolítica sus labores, no den sólo importancia en lo académico… Es un momento crítico”, apuntó y recomendó que alumnos e instituciones pueden esforzarse para buscar juntos buenos caminos para el bienestar y el desarrollo.

“Es una lástima que las escuelas sean sólo pasillos donde sólo crece la impersonalidad y no espacios de encuentro”.

El arzobispo hizo un llamado para que se restituya la comunicación entre niños, padres e instituciones y recomendó que los padres confíen nuevamente en la Iglesia católica para que los niños acudan al catecismo donde se fortalece su formación.

“El que se bautiza ingresa a una familia y estar en una familia significa vivir acompañado. Las primeras palabas que dijo Jesús es que no conviene que las personas estén solas; y el Bautismo, como regalo de Dios, es también un regalo de compañía, de amistad y fraternidad”.