Ciudad de México.- En respuesta a los señalamientos vertidos por el presidente de la República contra miembros de la Iglesia católica mexicana, el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, lamentó que algunas autoridades sigan culpando al pasado o a otros personajes sin asumir la propia responsabilidad en materia de seguridad y combate a la violencia.
El obispo emérito de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas y el purpurado mexicano de más reciente creación por el papa Francisco secundó el mensaje del episcopado nacional emitido tras los asesinatos de dos sacerdotes jesuitas y otros crímenes perpetrados en Cerocahui, pueblo de la serranía tarahumara.
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Luego de los terribles hechos, la Compañía de Jesús, así como diversas congregaciones religiosas y la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) solicitaron al titular del Ejecutivo que haga una revisión de las estrategias de seguridad en el país implementadas en su sexenio, pues "están fracasando".
No obstante, López Obrador acusó a los ministros de culto católicos de "no seguir el ejemplo del papa Francisco... porque están muy apergollados por la oligarquía mexicana", también insistió que el clima de violencia que hoy vive el país es de exclusiva responsabilidad de sexenios pasados y aseguró que no cambiará ninguna estrategia de seguridad en su gobierno.
El cardenal Arizmendi lamentó las opiniones del presidente de la República y acusó al mandatario de 'cerrazón'; pues ante la sensación generalizada de inseguridad y de violencia "ya no es válido culpar a otros, sino asumir la propia responsabilidad".
Agregó que si la autoridad civil rechaza las quejas ciudadanas y se niega a cambiar tácticas de seguridad frente al crímen, se revela una "cerrazón de mente y de corazón" que no permite al poderoso dejarse interpelar por el clamor social y los irrefutables datos de violencia.
"No escuchar la voz de muchos ciudadanos que se sienten inermes ante el crimen organizado, indica muy poca sabiduría. Insistir en que los críticos de este gobierno, incluso nosotros los religiosos, lo hacemos por otros intereses, manifiesta muy poca humildad para asumir los propios errores".
Por primera vez desde el inicio de la administración lopezobradorista, un alto jerarca de la Iglesia católica acusó al mandatario de granjearse la confianza de la ciudadanía -a pesar de los índices de violencia- a través de 'dádivas' del servicio público: "Quizá [su popularidad] sea por las dádivas que reciben, y que provienen de nuestros impuestos, no de los bolsillos de los gobernantes", cuestionó.
No obstante, el cardenal Arizmendi coincidió con la expresión central del posicionamiento de López Obrador para combatir la violencia: "atacar las causas de la criminalidad" y aunque valoró positivamente las becas a los jóvenes estudiantes, la promoción de fuentes de trabajo, los proyectos de reforestación, la asistencia económica a adultos mayores y otras iniciativas de gobierno para combatir la pobreza extrema, también reclamó acciones decididas contra los grupos criminales que mantienen dominada buena parte del país.
Animó además a los liderazgos católicos a reflexionar sobre cómo se puede afrontar esta ola violenta y criminal: "Y si a esto agregamos el libertinaje en la venta y consumo de drogas, que tantos apoyan como un progreso, el problema asume niveles difíciles de controlar y convertir", lamentó.
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"Creo que al mismo tiempo se deberían implementar medidas para impedir que los grupos criminales hagan lo que quieran, con armas de alto poder, sembrando terror e inseguridad por todas partes", consideró.
Arizmendi concluyó con una fuerte crítica a los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal); pidió que no se 'escudaran' en culpar a administraciones pasadas.