Cuando una comunidad se organiza pacíficamente para defender su territorio de la destrucción, quienes se benefician de esa destrucción no suelen debatir con argumentos. En su lugar, despliegan un manual de tácticas diseñado para desgastar, aislar y, en última instancia, silenciar a los defensores.
El podcast “La Vida Pende de un Hilo” expone este oscuro patrón. Aquí te presentamos 7 de esas tácticas.
1. Difamación en los Medios de Comunicación
Antes de la violencia física, viene la violencia simbólica. Los grupos con poder económico utilizan su acceso a “periódicos y noticieros” para hablar mal de los activistas y sus movimientos. El objetivo es construir una narrativa falsa que los presente no como defensores, sino como enemigos del progreso, radicales o delincuentes, para que la opinión pública se ponga en su contra y no se una a su causa.
2. Criminalización y ‘Lawfare’
Esta táctica consiste en usar la ley como un arma. A los líderes se les “inventan cargos” o se modifican e interpretan las leyes de tal manera que “los actos de defensa se conviertan en crímenes”. Una protesta pacífica puede ser catalogada como obstrucción; una asamblea comunitaria, como conspiración. Esto obliga a los defensores a gastar tiempo y recursos escasos en su propia defensa legal, desviándolos de su lucha principal.
3. Estigmatización y Aislamiento
Al pintar a los defensores como “criminales”, se busca dañar su reputación, su credibilidad y sus relaciones personales y laborales. Esta presión busca que la propia comunidad les dé la espalda, que pierdan sus empleos o que sus familias los presionen para que abandonen la lucha. Es una estrategia de asfixia social que intenta romper el tejido comunitario que los sostiene.
4. Amenazas Directas e Indirectas
Cuando la presión social no funciona, la intimidación se vuelve personal. Las amenazas pueden ser veladas o brutalmente directas. El líder hondureño Juan López testificó haber recibido una advertencia de un funcionario del gobierno: si no negociaba, le pasaría lo mismo que a la líder asesinada Berta Cáceres. Estas amenazas utilizan la memoria de la violencia pasada para generar terror en el presente y paralizar la acción futura.
5. Violencia del Estado y Represión
A menudo, la fuerza pública que debería proteger a los ciudadanos es utilizada para reprimir las protestas. Como se menciona en el podcast, los gobiernos, independientemente de su ideología, se han vuelto más autoritarios y represores. El uso de gases lacrimógenos contra manifestantes o
la violencia en protestas postelectorales son ejemplos de cómo el Estado puede actuar en favor de los grupos de poder.
6. Desaparición Forzada
En los casos más extremos, las autoridades pueden planear o encubrir la desaparición de activistas. Esta táctica es especialmente cruel porque deja a las familias en un limbo de incertidumbre y dolor, sin un cuerpo que llorar ni una verdad oficial a la que aferrarse. Genera un miedo profundo en la comunidad, ya que sugiere que cualquiera puede desaparecer sin dejar rastro.
7. Asesinato Selectivo
Es el último y más brutal eslabón de la cadena. El asesinato de líderes sociales, defensores de la tierra y periodistas es el método más definitivo para silenciar una voz. Los asesinatos de Juan López, Lorenzo Santos Torres, Avisaí Pérez Romero y cientos más no son crímenes pasionales ni robos; son ejecuciones políticas diseñadas para descabezar movimientos y enviar un mensaje aterrador a todos los que se atreven a alzar la voz. La impunidad casi total que rodea a estos crímenes garantiza que el ciclo de violencia pueda continuar.
La serie ya está disponible en las principales plataformas de podcast: https://play.jdn.app/LaVidaPendedeunHilo

