Guadajalara, Jalisco.- En su editorial del 5 de julio, el Semanario Arquidiocesano de Guadalajara acusa que en México "se han ido cancelando los derechos, poco a poco, y solo se conceden obligaciones, a veces, incluso, presentándolas como derechos" y expresa su preocupación por "la implementación de un socialismo mexicano" que resulta "conveniente a los que son flojos, a los ninis por convicción, porque siempre habrá alguna dádiva de gobierno que les alcance".
La publicación de la Iglesia católica en Guadalajara gobernada por el cardenal arzobispo José Francisco Robles Ortega interpreta las acciones de la administración federal actual con un "nuevo socialismo" aunque "tropicalizado para México".
"Los ciudadanos pueden seguir teniendo derecho a comer, pero el gobierno dice cuánto; pueden seguir teniendo derecho a la salud, pero el gobierno dice de qué forma, y de acuerdo a sus estadísticas; pueden seguir teniendo derecho a vivir pero el gobierno dice en qué condiciones; pueden seguir teniendo derecho a hacer negocios y obtener utilidades, pero el gobierno pone los límites; pueden seguir teniendo derecho a estudiar, pero el gobierno dice en qué términos, en cuáles universidades y en qué escuelas; pueden seguir teniendo derecho a exigir derechos, pero el gobierno indica cuáles son los principales derechos, no los objetiva y son universalmente válidos; se sigue teniendo derecho a protestar, pero el gobierno decide de qué forma y qué responder, pensando en agradar a los que tiene cautivos", señala la publicación.
El Semanario acusa que estas medidas desaniman tanto a los trabajadores como los empresarios "porque nunca mejorará su situación... (y) si sobresalen, o son acusados de que cometieron algún delito... o se les confiscará 'el exceso' de bienes".
"Este 'estilo' de vida es lo que diríamos se identifica con un nuevo socialismo. Nuevo socialismo y no. Sí, porque básicamente siguen los mismos criterios de siempre, pero no, porque se aplica de diferente forma, se ha tropicalizado para México. El nuevo socialismo no es que en realidad busque que todos seamos iguales, incluyendo, por supuesto, a los gobernantes, sino que, en medio de esa supuesta y pretendida igualdad, los que están en el poder siempre saldrán ganando. ¿Hemos mejorado en no corrupción?"
En el editorial, el informativo religioso concluye: "Con un pueblo sometido a la fuerza o a través de 'programas sociales' se puede gobernar [pues] los derechos de todos se han venido domesticando. Es la implementación de un próximo socialismo mexicano, aunque suene a aberración".