Tlapa de Comonfort, Guerrero.– La urna con las cenizas de Alejo Zavala Castro, primer obispo de la Diócesis de Tlapa, llegó a la catedral de San Agustín. Cientos de feligreses la recibieron en un acto que reconoció su legado en la promoción de los derechos humanos en la región de la Montaña.
Cientos de feligreses se congregaron a la entrada de la ciudad para acompañar el recorrido del cortejo hacia el templo. Dos sacerdotes trasladaron la urna en un vehículo adornado con flores y una fotografía del obispo Zavala quien falleció el pasado 2 de noviembre en Morelia.
El trayecto por la avenida Colegio Militar, la calle Añorve, Morelos y Fonseca estuvo escoltado por una banda de música de viento y decenas de estandartes de organizaciones católicas, movimientos devocionales y populares.
Mientras el repique de campanas anunciaba la llegada a la catedral del cortejo, un amplio grupo de sacerdotes escoltaron las cenizas hasta el altar del Señor del Nicho, donde se colocaron el báculo, el hábito coral y una fotografía de Zavala Castro. El actual arzobispo de Tulancingo, Óscar Roberto Domínguez Couttolenc, quien lo sucedió en la diócesis de Tlapa en 2007, presidió la Misa.
En su mensaje, Domínguez Couttolenc destacó que la labor del obispo no solo fue moral, sino que respondió a las necesidades estructurales del pueblo: “Su obra no solo fue espiritual sino también material”, afirmó el arzobispo. Recordó que Zavala Castro se propuso y logró la construcción de un seminario para jóvenes en Tlapa, y remodeló otro al llegar a Chilapa.
El arzobispo mencionó el compromiso de Zavala con las comunidades. Dijo que la ceremonia era para “decir un hasta luego a Zavala Castro en su caminar por la Montaña, donde llegó a los pueblos que reconoce en situación difícil”. Subrayó que el prelado “se forjó a la luz del pueblo, en su fe, para entender cómo desgastó su vida en la Montaña”.
Abel Barrera Hernández, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, reivindicó la labor del obispo en la fundación de esa organización. Desde el altar, narró la trayectoria de “un hombre sencillo, huérfano a los cuatro años”.
Barrera recordó que el papa Juan Pablo II anunció la Diócesis de Tlapa, “donde llegó a dar esperanza a más de 700 comunidades que vivían momentos difíciles en 1992”. Destacó que el obispo Zavala implantó una cultura de los derechos humanos “al dar vida al Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, porque se demandaba justicia, respeto y dignidad a los pueblos indígenas”.
“Con él llegaron a la Montaña varias congregaciones a las comunidades más lejanas, porque consideró que era necesario caminar al lado de los pueblos, del comisario, del rezandero y de las cofradías”, agregó Barrera Hernández. El director de Tlachinollan afirmó que Zavala Castro “fue un testimonio de luz en la oscuridad, el pastor de la Montaña, esperanza de hombres y mujeres en una región difícil, pero hermosa”.
Las cenizas procedían de Chilapa, donde Zavala fue obispo de 2005 a 2015. Los obispos José de Jesús González (Chilpancingo-Chilapa) y Leopoldo González González (Acapulco) las trasladaron a Tlapa. Abel Barrera reveló que el obispo Alejo, en su enfermedad, expresó el deseo de regresar a la Montaña. “Con el depósito de sus cenizas se cumplió su voluntad”, dijo.
Tras la misa, se formó una valla de sacerdotes y religiosas para resguardar el traslado de la urna a la capilla de la Virgen del Carmen, donde quedaron depositadas. Los asistentes formaron una fila para pasar frente a los restos. En el atrio, fotografías del recorrido del obispo por las comunidades montañesas atrajeron a las personas.
Alejo Zavala Castro nació en Galeana, Michoacán, el 31 de diciembre de 1941. Fue ordenado sacerdote en 1966 y obispo de Tlapa en 1992. Murió en Morelia el 2 de noviembre de 2025.

