San Cristóbal, Venezuela.- Este 4 de agosto, a las 7:35 de la mañana, las campanas de las catedrales venezolanas repicaban en duelo en anunció del fallecimiento de Mario Moronta Rodríguez, obispo emérito de San Cristóbal, a los 76 años. Su muerte, ocurrida en la ciudad que pastoreó por 25 años, conmociona a una nación fracturada donde su voz fue “faro en la tormenta”, según el cardenal Baltazar Porras.
Moronta, nacido en Caracas (1949), inició su ministerio en 1975. Su trayectoria reflejó las tensiones entre Iglesia y Estado en Venezuela. Por ejemplo, se le reconoció como aliado del coronel Hugo Chávez. En 2011, Moronta viajó a Cuba para administrar la unción de enfermos al dirigente venezolano; además ofició su funeral en 2013 ante líderes mundiales.
Sin embargo, con el tiempo fue uno de los más duros críticos del presidente Nicolás Maduro. En 2024, tras las protestas electorales en el país, el obispo declaró a la prensa: “Muchos jóvenes detenidos no son terroristas. No se impone la paz con persecuciones”. Por estas manifestaciones, el obispo Moronta fue declarado persona non grata en instalaciones militares y depdendencias del gobierno venezolano.
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Su labor también es reconocida en el país latinoamericano por ser un "pastor de frontera". En la iglesia fronteriza de Táchira impulsó el II Sínodo Diocesano (2007) y con el apoyo del gobierno nacional, Moronta animó la construcción de un nuevo, amplio y moderno santuario diocesano para albergar la multitudinaria festividad del Santo Cristo de La Grita, a quien él también declaró patrono del Táchira y protector de los Andes venezolanos el 6 de agosto de 2007.
En 2009, el papa Benedicto XVI lo nombró miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, vigilante de la ortodoxia católica; durante la crisis de la pandemia de COVID-19, el obispo acompañó el proceso de "vacunación sin politización" y algunas mesas de diálogo técnicó con la sociedad civil.
En su testamento, el obipso Moronta pidió no gastar en flores ni adornos fúnebres: “Donen a los pobres”, ordenó. La Diócesis de San Cristóbal abrió cuentas para cumplir su deseo.
Tras su muerte se declararon tres días de duelo eclesiástico. Sus restos serán velados en la Catedral de San Cristóbal; y la Misa exequial se celebrará el 8 de agosto en la propia sede catedralicia.